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A modo de explicación (El viaje interior)


Esta soy yo este año

Voy a decir que ese viaje interior empezó antes de enero y que no sé si terminó o si nunca termina. Pondría el inicio a fines del 2016, en algún momento que me cayó la ficha –después de un año vuelta a Buenos Aires-, de todo lo que había aprehendido en el recorrido por Sudamérica. Digamos que de pronto, como un click, tome consciencia de que ya no era la misma, que ese viaje de un año me había cambiado, que el retorno formaba parte de ese viaje, y que todo lo que era ahora no tenía nada que ver –o algunas cosas sí- con lo que era antes. Digamos que fue un golpe de maduración, o de incorporar finalmente toda la vida que había absorbido durante un largo tiempo, porque sé que decir que uno cambia después de un viaje no es nada nuevo y que de hecho ya lo habré dicho mil veces, pero hay un momento mucho más fuerte que es cuando realmente lo entendés. Digamos que es ese momento en el que lográs mirarte como si pudieras de afuera –de arriba digo yo, no sé porqué- y te pudieras entender en una visión global de tu vida. Digamos que, mientras viajaba, vivía, y vivía demasiado y todo junto, y durante el tiempo que me reinsertaba a mi ciudad y luchaba con ese cambio, también vivía algo nuevo y difícil, que era volver a adaptarme a algo en lo que ya no encajaba de la misma manera. Pero sólo después de un tiempo uno es capaz de entender mejor porqué no encaja, y deja de intentar forzar la pieza en el mismo lugar que antes; la readapta, la rehace, la reforma; es uno, que se reinventa y vuelve a ser pero siendo otro.



No les voy a contar tan en profundidad todo lo que me pasó por adentro –y algunos de los hechos que me marcaron por afuera. Fue un año muy profundo y por momentos difícil. Tuve momentos en los que lloré mucho y me tiré abajo, y momentos en los que la ansiedad por hacer cosas nuevas me hacía salir con ganas de comerme el mundo. Quise dejar la facultad dos veces, cambié de trabajo otras dos veces, me separé, perdí la fe en el amor, conocí amores nuevos pasajeros, hice nuevos amigos, deshice viejos amigos, me reencontré con viejos amigos, recibí extraños en casa que se convirtieron en amigos también; sufrí por miedo, por desamor y por no saber qué hacer con mi vida, cumplí 25 (y fue como que vinieron de golpe), tuve ganas de dejarlo todo y salir a viajar de nuevo, pero a la vez sentía que no me tocaba y que no me alcanzaba y que no sabía a donde iba, me violenté cien veces con el contexto político y con la realidad social en la que vivo y la impotencia me salió por donde pude en forma de insultos y enojos pero también en un montón de textos sueltos –e insuficientes para una verdadera transformación social-, me amigué con Buenos Aires y me desamigué, me quise ir a vivir a Bariloche; extrañé siempre la montaña, la subí, me conecté de una forma muy profunda y mística con la naturaleza; tuve en todo el año más de cuatroscientos alumnos y me acuerdo las caras y los nombres de todos ellos y me llevo un poquito de cada uno –y los extraño ya-; empecé yoga, hice talleres de escritura y de fotografía, visité museos, fui mucho al teatro, jugué al futbol todo el año y salimos subcampeonas, extrañé Cuba y lloré porque quería volver, escuché muchas bandas nuevas y guíe mucho mi humor con la música, aprendí a meditar en el subte, leí varios libros, me saqué cuatro pasajes, descubrí que mi pasión por la fotografía era algo serio, me equivoqué muchas veces, dejé y retomé terapia, extrañé a mucha gente (y a algunos en especial y muchas veces a amigos que conocí viajando y que ahora están lejísimos), y finalmente me redescubrí.


Mi nuevo yo se viene con todo. Con proyectos gigantes, con unas ganas irrefrenables de escribir, con muchas fotos de humanos de todos lados, con la certeza de que el mundo está ahí para que lo conozcamos y la seguridad de que nada puede salir mal si hago lo que me sale de adentro. Para cerrar mi año, un premio me confirmó que estaba en el camino correcto –si es que hay camino correcto-; un premio que me habla directamente y combina perfectamente todo lo que soy y lo que amo: viajar, saber, conocer, estudiar Historia, escribir, fotografiar, contactarme con el otro, vivir en la aventura de lo desconocido. Me gané una beca en México. Así que en breve –en muy breve-, me voy a vivir allá. Ya les contaré como sigue todo esto desde allá. Ojalá se vengan más descubrimientos y más sueños cumplidos.


Ya sé que no soy yo en esta foto, pero para mí es un gran reflejo. Y no puedo dejar de mostrar Bariloche: fui tres veces este año (me duele no ir una más antes de México) y cada vez que voy me transformo y me reencuentro.


 

[Insisto, gente, VIAJEN. Este proceso es maravilloso y no tiene explicación válida que no sea la propia experiencia. Si les picó el bichito de recorrer un lugar y dejarlo todo por algún motivo personal, háganlo, no se queden en el molde, porque ese bichito es que dentro de ustedes hay ganas de conocerse; ese bichito es la voz de uno que nos pide cosas y que si no la escuchamos nos hará vivir siempre la vida de otros. Escuchense, yo les escribo a ustedes, los que tengan todavía miedo, o los que no saben describir lo que vivieron si ya lo hicieron, o los que necesiten un empujón para arrancar a hacer algo que les sale de adentro y no se animen, sea un viaje físico o un proyecto personal, sea cualquier cosa que se les ocurra, esa llamita de adentro que nos nace de las entrañas y es indescriptible, como para mí es el viajar, conocer el mundo y escribir, y para otros será la música, o el arte, o el cambiar el mundo, o construirse una casa propia; escuchen a esa voz por más bajita que suene y no escuchen las voces que nos presionan, que a veces son más fuertes –en general son más fuertes- y la tapan, y dicen que no es posible, que no hagamos locuras, que tenemos que hacer otras cosas, que no se puede, etc., etc., etc.; escúchense a ustedes que son los artífices de su propia vida y que saben que quieren otra cosa, no dejen que sean otras voces las que los empujen a SER. Pero sobre esto voy a volver muchas veces, quiero impulsar a todos los que puedan a perseguir sus sueños.]

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