top of page

Animate a viajar.



Animate a viajar, anímate a soñar. Animate a hacer lo que sentís, lo que querés, lo que te nace, porque no hay nada más puro y más real que lo que te dicta el corazón. Sé sincero con vos mismo. Soñá. No dejes de soñar. Y después, cumplí tus sueños. Se puede. Convencete de que se puede. Creetelo. Si ya soñaste y cumpliste, soñá más alto. Pero nunca dejes de soñar.

Si tu sueño es viajar, viajá. ¿Qué te lo impide? Viajá, porque no hay nada más lindo. Viajá, porque estás necesitando encontrarte. Viajá, porque te aburriste de lo que hacés siempre y querés descubrir mundos nuevos. Viajá para conocer. Viajá porque querés. Pero animate. Salí a descubrir el mundo, abrí los ojos, topate con cosas nuevas. Respirá aire puro, admirá paisajes, disfrutá la naturaleza. Caminá mucho. Caminá por calles de asfalto, por senderos de tierra, por la playa. Recorré un bosque en solitario y hace una aventura en grupo. Aprendé a estar solo. Mirá las estrellas y la luna. Abrazá un árbol. Contemplá las puestas del sol. Lo que hace el viajar es hacer especial lo más cotidiano, lo que no vemos cuando vivimos inmersos en la rutina, como que el sol sale todas las mañanas y se vuelve a esconder por las tardes.

Meditá aunque no sepas meditar. Contemplá y sentite un punto ínfimo en la inmensidad del universo. Escuchá: el sonido del mar, del viento, del silencio. Escuchate a vos mismo. Encontrate. Encontrate con lo que más te gusta de vos y con lo que menos te gusta. Después perdete, y volvete a encontrar. Animate a equivocarte. A aprender de vos mismo y aprender de los otros. A no tener miedo. O tener miedo, y superarlo. A desafiarte. A salir de tu comodidad. A hacer la prueba, para no decirte cuando seas viejo “que hubiera pasado si…”. Animate a pedir ayuda. A saber recibir, y, cuando te toque, dar. Hablá con extraños. ¡Qué no te de vergüenza! Escuchá sus historias y contales la tuya. Reí mucho, y llorá si hace falta. Extrañá. Extrañá a tu familia, a tus amigos y extrañá también a quienes conociste en el viaje. Aprendé a valorar lo que tenés. Abrazá a gente que acabás de conocer. Soltá los recuerdos que te hacen mal y construí otros. Escribí lo que te pasa porque dentro de muchos años vas a querer saber cómo eras antes de viajar. Animate a cambiar y a dejarte sorprender. Confiá en el universo, porque todo puede ocurrir. Y tené cuidado con lo que deseás, que cuando estás conectado con el universo, es posible que pase. Agradecé. Encariñate con lugares y con personas. Hacete amigos efímeros y amigos eternos aunque compartas solo una charla cortita. Descansá cuando lo necesites. Conocé. Probá cosas nuevas. Mirá, mirá mucho y observá los detalles. Comé algo que nunca hayas comido, decí algo que nunca te animaste a decir. ¡Gritalo! Sacá fotos mentales, y si querés, sacá fotos reales también. Pero guardate lo que ves en la memoria.

Dejá que algunos lugares te enamoren, y no te culpes si odiás otros. Animate a no preocuparte por lo que los otros digan de vos, y procurá vos tampoco juzgar a los otros. Reconocé en el otro a un amigo. Sé compasivo. Hacé todo lo que quieras hacer. Aprovechá el aquí y el ahora, viví el presente, pero sé consciente de que estás ahí, cosa de que no te agarre nostalgia más adelante. Seguí a tu corazón y déjalo que te pida. Sentite en armonía y permití que las cosas fluyan. Tomate tu tiempo para lo que necesites. Tomate tu tiempo para viajar, para encontrarte. Sé feliz. Y sé libre. Pero nunca dejes de soñar.

Compartí este post:

bottom of page