top of page

Viajar se aprende viajando.

Nadie te enseña a viajar, porque

viajar se aprende viajando. Se aprende con cada error, con cada necesidad, con lo que falta y con lo que sobra.

Nadie te enseña a viajar, porque no hay una forma de hacerlo. Porque nadie sabe qué te nace, qué te mueve, qué te lleva a viajar.

Nadie te dice qué ruta es mejor, porque tal vez, no haya una mejor o peor. O un destino obligado. O un camino más fácil.

Nadie te enseña cuénto pesa el equipaje, ni cuánto pesa el hambre, ni cuánto pesa la soledad. Nadie te dice cómo cuesta la nostalgia, ni qué hacer cuando extrañás.

Porque tampoco te enseñan cuánto vale un mate cuando hace frío, o una ducha caliente, o un asiento en un auto para llegar.

Cuánto vale una charla con un desconocido, la ayuda de un extraño, o la luz del sol. Cuánto vale la hospitalidad de la gente, la confianza o la paz.

Viajar se aprende viajando, porque sólo uno conoce sus pasos, sus miedos y deseos. Porque viajar, como vivir, es el camino de uno.

Porque sólo uno sabe cuando se necesita un abrazo, una sonrisa o un poco de silencio. Porque para saber qué necesitamos, primero nos debe faltar. Porque nadie nace sabiendo y la única forma que queda para hacerlo, es, simplemente, viajar.

Salinas grandes, Jujuy.

Compartí este post:

bottom of page