top of page

De repente

De repente me cayó la ficha de que me falta sólo un mes y se me hizo un menjunje de emociones. Estoy muy ansiosa y muy nerviosa a la vez. Quiero que pase rápido, quiero abrir los ojos y estar mirando a Buenos Aires desde arriba, por una ventanita minúscula, volverlos a abrir y estar en otra ciudad. Me muero de ganas, de intriga, de expectativas y de deseos.


De repente, descubrí que un mes no es nada. Que un mes son cuatro semanas y media. 30 días. Nada. Y quiero detener el tiempo, quiero que vaya más lento. ¿Estoy tomando el camino correcto? Acá dejo muchas cosas, dame tiempo para adaptarme, para despedirme de mis amigos y de mi familia, para abrazar a los que más quiero, para buscar a los que no veo nunca, para decir todo lo que no dije, para hacer todas las cosas que creo que tengo que hacer. Yo viajo realmente porque quiero, porque es mi sueño, pero eso no significa que quiera escaparme, que acá no esté lleno de cosas y gente que valoro y necesito, que son parte de mí.


De repente tomé conciencia de que mi decisión implica mucho más de lo que pensaba, mucho más de lo que puedo imaginar. Implica, antes que nada, alejarme de todo lo conocido, salir de mi comodidad, para abrir la mente, los ojos y el corazón. Y eso me llena de orgullo y de seguridad. Pero también me da miedo. Un miedo sano, pero miedo al fin. Me da miedo lo que pueda encontrar, me da miedo la desilusión, me da miedo mi eterna nostalgia y me da miedo extrañar demasiado.


Y acá estoy, con esta mezcla de emociones que no me deja en paz, que están a flor de piel y que cambian de repente. De repente voy a estar ahí arriba, y de repente me voy a dar cuenta de que hace tiempo que estoy viajando.

Compartí este post:

bottom of page